Y cuándo el fútbol se quedó mudo, alguien gritó no gol, sino ¡Trabajo!

Editorial.  28 de abril del 2020. El fútbol es un negocio, con todas las inequidades de la sociedad actual; es una réplica de las injusticias sociales, pero también generador de oportunidades de trabajo para muchos.

Tico que se respeta ahorra agua

«Nada es lo mismo sin fútbol» reza la canción del compositor Joel Jauregui Saldana, y no deja de tener razón.

De hecho, en un sencillo sondeo planteado en la página personal de nuestro director en horas alcanzó más de 137 comentarios de todo tipo, pero un par nos dieron la orientación adecuada.

Jaison Solano y Macho Rojas apuntaron a la única razón por la cual sacamos al fútbol de la categoría de vagabundería: la generación de trabajo.

No solo los cientos de futbolistas de la Liga Profesional costarricense, sino los encadenamientos alrededor.

Desde la Señora que vende resbaladera en Jicaral, hasta el falsificador de camisetas en Alajuelita viven del fútbol por más malo que sea.

El fútbol no es solo el club de amigos de la UNAFUT y el desespero por activar el canal de publicidad de las televisoras, es trabajo.

Y honestamente, nuestra orientación periodística como grupo informativo es básica en cuanto al fútbol por considerarlo una especie menor en la utilidad del tiempo.

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Si Paté Centeno dice «A» o si Jonathan McDonald tiró otra vez las chancletas son parte de la fauna local del circo futbolístico, para nosotros insignificante dentro de los retos que tenemos como país, pero la necesidad de reactivar el comercio alrededor si nos apura.

El jugar a puertas cerradas no va ayudar más que a Ángel González o a René Picado, pues imposibilita el ecosistema, por eso nos parece absurdo autorizar fútbol a puertas cerradas por saciar el mero entretenimiento con el peligro de contagio de los equipos participantes.

Si van arriesgar a los jugadores debería ser por una causa mayor a llenar los bolsillos de los dueños de televisoras, sino regresarle el trabajo a los que están alrededor del balón.

Las gentes que venden carnitas, el cuida carros, la empresa de buses, el del paty no pueden esperar eternamente a ver si se sacan la rifa del bono Proteger.

El fútbol y su mentado «Vamos al Fútbol» requiere reactivarse con mucha creatividad para generar dinero, no solo en los bolsillos de Horizonte Morado & Cía, sino en los que gritando goles, vendiendo gaseosas, o pintando caritas se ganan la vida.

Después de allí es un deporte aglutinador de masas sin mayores méritos para descontar el tiempo de los seres humanos.

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Esto no es solo un negocio de los multimillonarios futbolistas evasores de impuestos como Cristiano Ronaldo o Messi, es un negocio de los que hacen decenas de programas de radio monotemáticos, de las señoras que venden empanadas, o hasta del revendedor de boletos.

Creemos que si van a decir «¡A lo  que vinimos! » no deben olvidarse de los que realmente necesitan, los que sus gritos no son por goles sino por tener un plato de comida que servir en sus mesas.

Foto tomada de redes propiedad de La Nación. 

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