Narcotráfico y violencia pese a la Pandemia
(Por Tania Molina, Experta en Seguridad y Criminología) – A pesar de que la actual tasa de homicidios dolosos de Costa Rica (11.2) es la más baja de Centroamérica, el país no logro disminuir los delitos contra la vida. Cada 18 horas se presenta un homicidio, la mayoría por ajuste de cuentas, con armas de fuego y de formas extremadamente violentas típicas de otras latitudes, cuerpos calcinados, descuartizados, en bolsas, por mencionar algunas formas.
La mayoría ocurren en San José, Limón y Puntarenas, ni siquiera las alertas “naranja” ni el distanciamiento social o bien el cierre de bares y discotecas, donde circula no solo alcohol sino todo tipo de drogas, hicieron que se reduzcan los crímenes.
El Covid19, por las restricciones aéreas, marítimas y terrestres, hizo que circule menos droga en las calles , esto representa un aumento en los precios y por supuesto incidió en las dinámicas que ejecutan las bandas criminales para controlar lo poco que circula de droga, por eso incrementó la violencia .
Los grupos criminales se reinventaron, usaron el transporte público autorizado y los servicios a domicilio para mover droga. Mientras tanto la Fuerza Pública estaba enfocada en atender :
- Restricción vehicular
- Fronteras
- Locales comerciales – control por aforos
- Fiestas
- Bloqueos y manifestaciones
Las bandas, ejecutaron más gente de día, puesto que el recurso policial estaba ocupado en las “restricciones sanitarias”. Cerramos un año con decomisos históricos de droga, pasamos de 46 toneladas en 2019 a 71 toneladas en 2020, más de 56.7 era cocaína. Esto es bueno para la policía y malo para el país, puesto que evidencia la gran cantidad de drogas que se mueven y todos los delitos conexos que representan.
¿Y el 2021?
Ya da cuenta del incremento en la violencia y corrupción, tenemos casos judicializados de agentes de OIJ ligados al crimen organizado, que brindaban información sobre cargas de droga para que otros grupos criminales “tumbaran” la mercancía.
Se nota que las redes criminales están muy organizadas y que existe complicidad en diferentes frentes; se requiere protección en cargamentos, despejar vías e incluso “olvidar” procesos como solicitudes de prisión preventiva para que una banda ligada al narcotráfico en San José quede libre.
Para febrero se decomisó un cargamento histórico de cocaína e incluso el Departamento de Estado de USA, alerta sobre la creciente presencia de redes internacionales y el aumento de la corrupción en Costa Rica.
¿Nuestras costas? Abandonadas. Son el principal foco de ingreso de drogas. La mayoría de cocaína ingresa al país en lanchas rápidas, semi sumergibles y contenedores que llegan a Limón que han zarpado desde el puerto de Turbo en Colombia, además nos llega droga por la vía terrestre, en vehículos desde Panamá.
Y San Carlos; una zona hermosa y tan rica en turismo y producción de fruta, plantas ornamentales y vegetales que son la mayoría de lo que exporta Costa Rica y además los productos que buscan los narcos para esconder la droga que va hacia Europa.
Tenemos granjas y plantas en puntos estratégicos del país, usados como fachada. Contaminación de cargas entre San Carlos y Limón, con la participación de choferes y empresarios, en otros casos, ni siquiera se enteran.
Se requiere de contactos en transportadoras, concesionarias, aduanas para operar rompiendo sellos de los contenedores y reemplazarlos con replicas. Desde luego se informa sobre movimientos y números para “clonar”.
Por otro lado, pasan miles de contendores y solo existe un escáner en Limón que es operado por empleados privados de APM y no por la policía o la aduana. Solo cuando los agentes notan irregularidades en sellos, perfilan el caso y dan con las cargas ilícitas.
¡Costa Rica, cambió!
Antes, hace tres décadas usaban el territorio para abastecer de gasolina las embarcaciones que tenían ruta hacia USA, ahora desembarcan acá y operan con múltiples células “criollas” que trafican a lo interno y que compran propiedades cerca del mar y ríos para facilitar la entrada de lanchas con droga. Además, demandan servicios como seguridad, lavado de dinero, prestamistas gota a gota, secuestro y cobro de deudas para lo cual acuden a las bandas locales que son quienes ajustan las cuentas.
Los intermediarios y los grandes capos de la droga se mueven en el mercado blanco con tranquilidad, hoy en día el perfil no es el de alguien con cadenas y ametralladora, muchos son empresarios con empresas de papel.
El Narco evoluciona más rápido que la respuesta del Estado urge acabar con la corrupción que facilita las redes ilícitas en el país, no con discursos, becas, donaciones o turismo político; solo con voluntad y ejecución sería suficiente.