Mentiras en política ni nuevas ni válidas
Gilberth Jiménez el último político en admitir mentiras
Mentiras en política ni nuevas ni válidas, pero si una forma de perder credibilidad en caída libre ante la debilitada confianza de la opinión pública acerca de los políticos de turno.
MENTIRAS EN POLÍTICA
Gilbert Jiménez era anecdótico ante el electorado. Sus ocurrencias lo llevaron a ser un «meme» ocasional del público costarricense, pero no había traspasado la delgada línea de ser simpático a ser mentiroso, y se lo comió la mala memoria al no recordar que entre cielo y tierra no hay nada oculto.
Inolvidable cuando hasta en el programa radial de Amelia Rueda se le vinculó con la idea de convertir la Salsa Lizano en símbolo nacional, sin olvidar cuando otra vez lo traicionó la mala memoria al creer que los ticos pasaríamos por inadvertido su proyecto de ley para pasar del 40% al 20% de aprobación para elegir al Presidente de la República, con el claro favoritismo hacia su partido político y su núcleo duro.
El ring side en los centros educativos fue otra de sus genialidades, pero hasta esos movimientos ingenuamente políticos de antaño se lo perdonaron, hasta que le ganó la emoción y en el plenario legislativo decidió apoyar a Luis Fernando Mendoza en su idea de viajar hacia Guanacaste para colaborar en la emergencia por las inundaciones.
Jiménez se atrevió a mentir cuando se le pidieron evidencias de su presencia en tierras Guanacastecas, sin darle crédito a la inteligencia y malicia periodística de Trivisión de examinar las fotos para descubrir que correspondían a otro momento de la realidad, propiamente del 2021.
Lo demás todos lo conocemos. Como dicen la mentira tiene las patas cortas, y lo alcanzó rápidamente para desnudarlo de cuerpo entero. Ya no solo era el Diputado de las ocurrencias de turno, sino el diputado mentiroso caído en desgracia.
Su Fracción legislativa lo abandonó, y lo dejó a la suerte del Coliseo de redes sociales para ser devorado y escupido una y otra vez por la legión de troles o ciudadanos enojados por su conducta asquerosa de intentar engañar con intención más alevosía.
Los pericos ni siquiera tuvieron la gentiliza política de reprochar en control político su acción, para distanciarse de una conducta que parece repetirse entre sus dirigentes más pintados. Por ejemplo, el video del Salto al Vacío y la negativa de aceptarlo como propio, cuando toda la evidencia los apunta.
De hecho, su último candidato libró la cárcel en los tiempos del juicio «Chemise» por recurrir a la amnesia como el arma para evadir verdades, y más atrás el papá de la agrupación había preferido la chota cuando fue consultado sobre dineros para la sinfónica con la famosa frase de «¡Me los comí en confites!».
Richard Nixon en Estados Unidos jamás admitió haberle mentido al pueblo norteamericano, pero su segundo mandato terminó abruptamente por mentir; incluso Clinton disfrazó su romance con la becaria y evitó su destitución al decir verdad disimuladamente.
MENTIRAS EN POLÍTICA
La mentira era descaradamente válida cuando los medios eran dominados por grupos de poder en clara cercanía con la clase política dominante, pero hoy en día no, la mentira es simplemente una etiqueta que no se quita ni con alcanfor. Trivisión es un medio no amigo del PLN y capaz de rebuscar entre fotos detalles para encontrar su verdad.
A los medios tradicionales que replicaron no les quedó otra que hacerlo ante la evidencia contundente, pero algunos se hicieron los «majes» para después pasar la factura en su afán de regresar a los mejores tiempos cuando las tarifas, las concesiones, y la publicidad se repartía por compadrazgos.
Gilbert Jiménez es uno de los diputados de José María Figueres, junto con Dinora Barquero, Francisco Nicolás, Luis Fernando Mendoza, Oscar Izquierdo, entre los más coloreados. Dignos representantes de la vieja escuela donde la mentira era parte del equipaje político, disfraz que ahora no se ve bien por más remiendos que le hagan.
Gilbert Jiménez alguna vez tuvo en su mente la idea de ser Presidente Legislativo, al intentar dar un golpe de Estado Blando a Rodrigo Arias, e incluso llegó a rumiarse que sus aspiraciones posaban en Zapote, pero ahora deberá consolarse con la Presidencia del Club de los Mentirosos, otrora sesión de algún programa vetusto de televisión, aquella televisión que sin duda extraña porque nos mentía, pero no se crea, todavía el 29% de la población cree que si sale en TV es real, así que nada mal le haría al Perico refugiarse en ficciones mientras la neblina mental nubla el recuerdo de los electores.
Pinocho sabía que si mentía su nariz lo delataba. Ahora los «Pinochos» modernos quedan en evidencia ante la lupa examinadora de la opinión pública. Mentir no es malo, lo malo es ser descubierto, o como le aconsejaron al próximo Presidente de Estados Unidos, miente y nunca admita la mentira hasta convertirla en parte de la controversia para ser usada por los bandos en disputa.
Don Gilbert curso de photoshop o cualquier ilustrador no le haría mal, tal vez así sería más fácil ser parte de la ficción, pero recuerde que la realidad siempre supera la ficción.