Ejercicio físico potencia el bienestar psicológico

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(Por MSc. Jacqueline  Pérez Navarro, El Guardian) – La práctica regular de ejercicio tiene un efecto positivo en el estado de salud, la condición física, las relaciones psicosociales, el estado psicológico y la calidad de vida de las personas.

Realizar de forma regular y sistemática una actividad física ha demostrado ser una práctica muy beneficiosa en la prevención, desarrollo y recuperación de la salud.  El ejercicio físico, ya sea de corta o larga duración, contribuye a establecer un bienestar físico y mental.

Beneficios del ejercicio físico en la salud mental.

  • Reduce la sensación de estrés y aumenta la sensación de optimismo, euforia y flexibilidad cognitiva.
  • Produce bienestar general, como consecuencia de la liberación de hormonas llamadas endorfinas que producen la sensación de placer.
  • Ayuda a la autorregulación, de manera que su práctica reduce la intensidad de emociones como la ira, la agresividad, nerviosismo, la ansiedad y la depresión.
  • Incrementa la autoestima, logrando alcanzar las metas previamente establecidas (favorece la capacidad de superación).
  • Favorece el funcionamiento intelectual, gracias al incremento del flujo de oxígeno al cerebro; con ello se consigue una mejora de la memoria, la concentración, la capacidad de aprendizaje y el estado de alerta.
  • Además, disminuye la sensación de fatiga, por lo que la persona se percibe más enérgica, con mayor capacidad de trabajo, y descansa mejor.
  • En el caso de los niños: la interacción de su cuerpo con el espacio, como la orientación espacial, la coordinación viso-motora, a entrenar la memoria y a consolidar su esquema corporal.
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Haciendo referencia a lo anterior, la realización de ejercicio constante es favorecedora a la salud de las personas en aspectos, tanto físicos como psicológicos.

Si se obtienen muchos beneficios ¿por qué se nos hace tan difícil hacer ejercicio físico?

Según un estudio realizado por la Universidad de British Columbia, en Canadá, en conjunto con la Universidad de Ginebra, en Suiza. Aunque se tenga la intención de hacer ejercicio, el cerebro rechaza la actividad física de manera inconsciente.

  • Evolución: Las personas en su evolución, el conservar la energía ha sido esencial para la supervivencia, ya que la energía la ha utilizado para buscar comida, encontrar refugio, competir por una pareja sexual y evitar predadores.
  • Decisión: En particular porque las personas tienen la capacidad de escoger qué hacer de manera consciente, desafiando incluso a las señales que manda el cerebro, ya que a pesar de los beneficios que brinda la actividad física, el cerebro tiene una atracción por el comportamiento sedentario.

¿Cómo iniciar y mantener la motivación?

Un estudio de la Universidad de Brock, en Canadá, y publicado en la revista Medicine & Science in Sports Exercise, asegura que la forma en que cada persona se comunica consigo misma podría ser la clave de un buen rendimiento deportivo y una mayor motivación para competir.

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Aprender a reemplazar los pensamientos negativos durante el ejercicio. En lugar de pensar frases como ‘Qué calor’, ‘Estoy sudando mucho’ o “Ya me quiero ir”, cambiar esas ideas con pensamientos positivos como: ‘Me siento bien’ o ‘Estoy entrenando duro’.

Los siguientes puntos pueden ser de ayuda:

  • Buscar algo que resulte placentero para hacer. Por ejemplo: caminar, correr, andar en bicicleta, jugar futbol o baloncesto con los hijos después de la escuela. La idea es iniciar con algo que se pueda disfrutar.
  • Establecer metas razonables. Pensar de forma realista sobre lo que se puede hacer e inicial de forma gradual. No pretender correr 60 minutos el primer día, cuando no se ha corrido de esta forma antes.
  • No pensar en el ejercicio como si fuera una obligación. Si se considera como una herramienta que ayudará a sentirse mejor, no será una obligación.
  • Prepararse para contratiempos. Si un día o dos no se hace ejercicio, eso no significa que no se pueda mantener una rutina, solo es volverlo a intentar.

Se pueden realizar ejercicios que no impliquen mayor esfuerzo económico o de desplazamiento, como caminar, correr o hacer rutinas diarias en la casa. Quienes tiene las posibilidades lo pueden hacer en un gimnasio con una guía más especializada. Siempre es aconsejable una evaluación médica, para adecuar las rutinas. Recordemos que los pequeños objetivos llevan a grandes metas.

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