Doña Rocío manda
(Tomado textualmente del Facebook de Luis Paulino Vargas Solís)- Según Rocío Aguilar, ministra de Hacienda, Román Macaya, presidente de la Caja, incumplió la ley. Y, sin embargo, ella lo ha hecho al menos dos veces: cuando hizo desembolsos no autorizados al pagar vencimientos de deuda que fueron dejados al descubierto por el gobierno de Luisgui (el famoso “hueco fiscal”), y al emitir un reglamento sin hacer las consultas que la ley exige.
De modo que el partido ni siquiera está empatado: si fuese cierto que Macaya incumplió la ley una vez, Aguilar lo hizo cuanto menos dos. A lo que hay que sumar el despapaye de reglamentos en que ella se ha prodigado, en exuberante exhibición de chambonada y desprolijidad.
Pero aquí el asunto importante es otro: Aguilar quiere dejar constancia que ella es la que manda. De ahí sus desplantes de matonismo.
En ese contexto, lo de Macaya no pasa de ser “peccata minuta” comparado con los aires que esta señora se da en relación con el mismísimo presidente Alvarado: públicamente lo pone en ridículo, cuando con la mayor frescura, de forma insolente y altanera, lo descalifica y lo contradice.
Algo inédito. Nunca, en ningún gobierno, ningún ministro o ministra habría desacreditado públicamente al presidente de esa forma, sin tener que renunciar de inmediato. Pero tratándose de doña Rocío, pareciera más probable la renuncia de Alvarado que la ella.
¿Cómo interpretar tan grosera anomalía?
Pues muy probablemente Aguilar se impone porque le ha sido transferido el poder necesario para imponerse. En la distribución de poder hoy, el verdadero gobierno está en la penumbra y Aguilar es su cara visible.
¿Qué papel juega en todo esto Carlos Alvarado? Pareciera ser como el “chiquillo de los mandados”. Y la democracia solo una ópera bufa. Tomado textualmente del Facebook de Luis Paulino Vargas Solís.